"ODA
AL ESFUERZO DE UNOS CARPINTEROS"
Tres
alumnos de la Región de Murcia han sido galardonados en las diferentes
competiciones que se han realizado en torno a la Formación Profesional que
llevaron a participar en varios años a casi 300 estudiantes de 16 a 22 años, en
representación de todas las comunidades y ciudades autónomas.
En
nuestro recuerdo queremos destacar la participación de los alumnos del IES JOSE
LUIS CASTILLO PUCHE “los buenos resultados obtenidos por el equipo murciano con
un total de TRES medallas, en diferentes años”.
SERGIO,
ALVARO Y CRISTIAN “ORO, PLATA Y BRONCE” Durante varios años consecutivos,
satisfechos porque a nuestro juicio “los resultados ponen de manifiesto el
extraordinario nivel de nuestra Formación Profesional”, apuesta decidida por la
cualificación, la innovación y la competitividad”.
Durante
varios meses y en horarios fuera del calendario escolar, los competidores
realizaban sus entrenamientos con la supervisión de expertos donde ampliaban
conocimientos desarrollando sus destrezas y sus habilidades en la Carpintería
de Obra. En concreto, durante las sesiones, los participantes realizaban
pruebas que reproducían situaciones reales de su especialidad dentro de un
entorno profesional.
Sirva
este recuerdo como una “ODA al esfuerzo y al trabajo de los centros
educativos y de los docentes en la preparación de estos alumnos, así como la
participación de los expertos y los colaboradores”. Una labor que “sin
duda, ha sido decisiva para alcanzar estos éxitos en la competición”.
Potenciar
la Formación Profesional como una alternativa de proyección laboral y difundir
la especialización, tanto en profesiones tradicionales como en nuevas
disciplinas, adaptando estos estudios a las demandas del sector empresarial,
han sido los objetivos de estas Olimpiadas, organizadas por el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte, en colaboración con las comunidades autónomas y
que ya dejaran de ser una opción en futuras competiciones.
LA
CARPINTERIA DE ARMAR = CARPINTERIA DE LO BLANCO.
Hace siglos, cuando la
construcción de edificios disponía de contados medios materiales, la madera
ocupaba un lugar privilegiado. Los elementos de madera eran los únicos capaces
de soportar la flexión estructural, y por ello, cuando la mayoría de las veces,
no se podían ejecutar soluciones abovedadas, su aplicación era obligatoria. De
esta manera, abundaban los profesionales que se dedicaban al trabajo de la
madera, desde su corte y escuadría en bruto, hasta la labra y disposición final
en el edificio, pasando por el transporte. En
España, la época de mayor esplendor del oficio se alcanzó entre los siglos XIV
y XVI, materializándose sobre todo -pero no
únicamente- en fastuosas armaduras de lazo, en las cuales la estética de tradición
hispano-musulmana y la técnica carpintera castellana dieron lugar a
inigualables techumbres que aún hoy suscitan un gran asombro, debido a su grado de
perfección.
En cuanto al nombre que
recibían los trabajo,
cuando se quería aludir en general a las labores carpinteras en el ámbito de la
construcción, se usaba el término Carpintería de lo Blanco.
¿Por qué “de lo blanco”? Pues porque para la fabricación de vigas, pilares, pares, canes y en general cualquier pieza
usada en edificación, se requerían maderas de árboles que se pudiesen escuadrar
en piezas relativamente
largas y con las fibras lo más paralelas posible al sentido longitudinal, y los
árboles más adecuados para ello eran las coníferas, destacando especialmente
los pinos. De ahí “lo blanco”, puesto que la madera de conífera, al ser
cortada, presenta un color blancuzco, o por lo menos más claro que la de los
árboles frondosos o de hoja caduca.
Complementariamente existían
dos vertientes más de la carpintería. Una de ellas era la de
lo prieto, que por lo común se dedicaba a aperos de labranza y
otras piezas destinadas a maquinaria agrícola, como molinos, etc. Dichas piezas
requerían de maderas de una mayor dureza, y la condición de longitud no era
imprescindible, por lo que en este caso eran más convenientes las frondosas,
como pudieran ser el nogal, el roble, etc. Y la última variante de la carpintería
era
la de ribera, cuya insustituíble misión era la construcción de
embarcaciones. Sin embargo, aún existían mas profesiones derivadas de la
carpintería, tales como los vigoleros, que hacían instrumentos musicales, o
los entalladores,
que se dedicaban a los retablos y la imaginería religiosa, pero en cuanto a su
consideración, se les situaba al margen del grupo de los carpinteros.
Un aspecto que conviene destacar
es que debido a que formaban un gremio indispensable para la construcción, los
carpinteros de lo blanco establecieron una rígida organización jerárquica, tal como
se puede atestiguar en diversas ordenanzas de
la época. En la cúspide encontramos al geométrico, cuyas atribuciones eran las
equivalentes a las de un arquitecto de hoy en día, puesto que su misión
principal era proyectar la armadura correspondiente a un espacio determinado.
Por debajo de él quedaba el lacero, que si bien era completamente capaz de ejecutar
armaduras tanto simples como de lazo, supuestamente carecía de la capacidad
de proyectar soluciones ex-novo. Y descendiendo en la escala encontramos varias
clasificaciones más. También se diferenciaba entre carpinteros de obras de afuera
y carpinteros
de taller o tenderos,
en función del lugar en el que realizaban su trabajo.
Este extracto de la
complicación jerárquica de los carpinteros nos da una idea de la consideración
que podían llegar a tener, y también refleja la estanqueidad social reinante en
la época. No obstante, el ascenso en la escala gremial en teoría era posible, y
se podía realizar mediante el pago de
los derechos de exámen correspondiente y su realización conforme a las
ordenanzas. Aún así, el ascenso a los niveles más altos era infrecuente y
estaba al alcance de muy pocos, económicamente hablando.
En torno a los siglos XVII y
XVIII, coincidiendo con un período de grave decadencia en el país, se produce
una lenta y continuada
degeneración del oficio debido a múltiples factores. Por un lado, la expansión
geográfica de España provocó que las zonas más lejanas tuvieran escaso control
por parte de los gremios, y comenzasen a utilizarse soluciones que iban
diluyendo el buen hacer de épocas anteriores, y por otro, la comentada crisis
del XVII, debida a la cual la tecnología constructiva sufrió un retroceso.
También en esa época comenzó a desaparecer la figura del maestro de obras -así
como la del geométrico- en favor del arquitecto tal y como se concibe hoy en
día, de manera que se produce una escisión entre el artista que concibe la obra
en su cabeza, y el operario que la ejecuta. Y de esa forma la carpintería de lo
blanco pasó de ser una de las profesiones más importantes y asombrosas de la
construcción, a convertirse en lo que hoy denominamos de manera generalista la
carpintería de armar, un oficio artesanal con un brillante pasado.
BIBLIOGRAFIA:
ALBENACAR / CARPINTERIA DE ARMAR
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