lunes, 16 de febrero de 2015

RECUERDOS PARA LA HISTORIA




"ODA AL ESFUERZO DE UNOS CARPINTEROS"

Tres alumnos de la Región de Murcia han sido galardonados en las diferentes competiciones que se han realizado en torno a la Formación Profesional que llevaron a participar en varios años a casi 300 estudiantes de 16 a 22 años, en representación de todas las comunidades y ciudades autónomas.

En nuestro recuerdo queremos destacar la participación de los alumnos del IES JOSE LUIS CASTILLO PUCHE “los buenos resultados obtenidos por el equipo murciano con un total de TRES medallas, en diferentes años”.

SERGIO, ALVARO Y CRISTIAN “ORO, PLATA Y BRONCE” Durante varios años consecutivos, satisfechos porque a nuestro juicio “los resultados ponen de manifiesto el extraordinario nivel de nuestra Formación Profesional”, apuesta decidida por la cualificación, la innovación y la competitividad”.

Durante varios meses y en horarios fuera del calendario escolar, los competidores realizaban sus entrenamientos con la supervisión de expertos donde ampliaban conocimientos desarrollando sus destrezas y sus habilidades en la Carpintería de Obra. En concreto, durante las sesiones, los participantes realizaban pruebas que reproducían situaciones reales de su especialidad dentro de un entorno profesional.

Sirva este recuerdo como una “ODA al esfuerzo y al trabajo de los centros educativos y de los docentes en la preparación de estos alumnos, así como la participación de los expertos y los colaboradores”. Una labor que “sin duda, ha sido decisiva para alcanzar estos éxitos en la competición”.

Potenciar la Formación Profesional como una alternativa de proyección laboral y difundir la especialización, tanto en profesiones tradicionales como en nuevas disciplinas, adaptando estos estudios a las demandas del sector empresarial, han sido los objetivos de estas Olimpiadas, organizadas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en colaboración con las comunidades autónomas y que ya dejaran de ser una opción en futuras competiciones.







 
 


 

LA CARPINTERIA DE ARMAR = CARPINTERIA DE LO BLANCO.

Hace siglos, cuando la construcción de edificios disponía de contados medios materiales, la madera ocupaba un lugar privilegiado. Los elementos de madera eran los únicos capaces de soportar la flexión estructural, y por ello, cuando la mayoría de las veces, no se podían ejecutar soluciones abovedadas, su aplicación era obligatoria. De esta manera, abundaban los profesionales que se dedicaban al trabajo de la madera, desde su corte y escuadría en bruto, hasta la labra y disposición final en el edificio, pasando por el transporte. En España, la época de mayor esplendor del oficio se alcanzó entre los siglos XIV y XVI, materializándose sobre todo -pero no únicamente- en fastuosas armaduras de lazo, en las cuales la estética de tradición hispano-musulmana y la técnica carpintera castellana dieron lugar a inigualables techumbres que aún hoy suscitan un gran asombro, debido a su grado de perfección.

 

En cuanto al nombre que recibían los trabajo, cuando se quería aludir en general a las labores carpinteras en el ámbito de la construcción, se usaba el término Carpintería de lo Blanco. ¿Por qué “de lo blanco”? Pues porque para la fabricación de vigas, pilares, pares, canes y en general cualquier pieza usada en edificación, se requerían maderas de árboles que se pudiesen escuadrar en piezas relativamente largas y con las fibras lo más paralelas posible al sentido longitudinal, y los árboles más adecuados para ello eran las coníferas, destacando especialmente los pinos. De ahí “lo blanco”, puesto que la madera de conífera, al ser cortada, presenta un color blancuzco, o por lo menos más claro que la de los árboles frondosos o de hoja caduca.

 

Complementariamente existían dos vertientes más de la carpintería. Una de ellas era la de lo prieto, que por lo común se dedicaba a aperos de labranza y otras piezas destinadas a maquinaria agrícola, como molinos, etc. Dichas piezas requerían de maderas de una mayor dureza, y la condición de longitud no era imprescindible, por lo que en este caso eran más convenientes las frondosas, como pudieran ser el nogal, el roble, etc. Y la última variante de la carpintería era la de ribera, cuya insustituíble misión era la construcción de embarcaciones. Sin embargo, aún existían mas profesiones derivadas de la carpintería, tales como los vigoleros, que hacían instrumentos musicales, o los entalladores, que se dedicaban a los retablos y la imaginería religiosa, pero en cuanto a su consideración, se les situaba al margen del grupo de los carpinteros.

Un aspecto que conviene destacar es que debido a que formaban un gremio indispensable para la construcción, los carpinteros de lo blanco establecieron una rígida organización jerárquica, tal como se puede atestiguar en diversas ordenanzas de la época. En la cúspide encontramos al geométrico, cuyas atribuciones eran las equivalentes a las de un arquitecto de hoy en día, puesto que su misión principal era proyectar la armadura correspondiente a un espacio determinado. Por debajo de él quedaba el lacero, que si bien era completamente capaz de ejecutar armaduras tanto simples como de lazo, supuestamente carecía de la capacidad de proyectar soluciones ex-novo. Y descendiendo en la escala encontramos varias clasificaciones más. También se diferenciaba entre carpinteros de obras de afuera y carpinteros de taller o tenderos, en función del lugar en el que realizaban su trabajo.

Este extracto de la complicación jerárquica de los carpinteros nos da una idea de la consideración que podían llegar a tener, y también refleja la estanqueidad social reinante en la época. No obstante, el ascenso en la escala gremial en teoría era posible, y se podía realizar mediante el pago de los derechos de exámen correspondiente y su realización conforme a las ordenanzas. Aún así, el ascenso a los niveles más altos era infrecuente y estaba al alcance de muy pocos, económicamente hablando.

En torno a los siglos XVII y XVIII, coincidiendo con un período de grave decadencia en el país, se produce una lenta y continuada degeneración del oficio debido a múltiples factores. Por un lado, la expansión geográfica de España provocó que las zonas más lejanas tuvieran escaso control por parte de los gremios, y comenzasen a utilizarse soluciones que iban diluyendo el buen hacer de épocas anteriores, y por otro, la comentada crisis del XVII, debida a la cual la tecnología constructiva sufrió un retroceso. También en esa época comenzó a desaparecer la figura del maestro de obras -así como la del geométrico- en favor del arquitecto tal y como se concibe hoy en día, de manera que se produce una escisión entre el artista que concibe la obra en su cabeza, y el operario que la ejecuta. Y de esa forma la carpintería de lo blanco pasó de ser una de las profesiones más importantes y asombrosas de la construcción, a convertirse en lo que hoy denominamos de manera generalista la carpintería de armar, un oficio artesanal con un brillante pasado.

BIBLIOGRAFIA: ALBENACAR / CARPINTERIA DE ARMAR


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